30 ene 2009

La vieja experiencia de ir al cine.

Entre los mejores recuerdos que tengo del periodo que pasé en la primaria están las visitas al cine. Al día de hoy no estoy seguro de la razón. Lo que recuerdo con mucho gusto es la emoción de esperar el día del cine. En aquél entonces, la escuela terminaba a las 14:00. A las 16:00 yo ya estaba en el cine, algunas veces después de comer y otras, disfrutando una (o hasta dos) tortas de Las margaritas (Moliere casi esq. con Ejército Nacional. La combinación ganadora: paté con queso blanco y lomo con queso chihuahua). Aaaah! la permanencia voluntaria. No importaba a qué hora te metías al cine. Para nadie era extraño que alguien llegara para acomodarse casi para terminar la función. Luego, al terminar la proyección, muy pocos se levantaban con prisa. La mayoría esperaba para volver a ver la película completa, cuando era muy buena, o se quedaba para ver el lo que se había perdido. Para los snacks podías comprar antes de entrar al cine en los puestos de la calle o bien esperar hasta el intermedio para levantarte a comprar, algunas veces, para todos los que llegaban al cine contigo.
Las salas eran enormes. Algunas, como el cine Ariel, eran para mi un misterio: nunca llegué a la parte más alta de las butacas, pero me imaginaba que el área de proyección era como un paraíso donde estaban todas las películas que habías visto y que, según te diera la gana, podías cambiar, evitando de paso los molestos noticieros y comerciales que se proyectaban minutos antes de comenzar cada función.
A la salida, las personas tomaban con calma el asunto del desalojo. A mi me gustaba revisar puesto por puesto los souvenirs con la esperanza de encontrar entre lo chafa una joya digna de mi bote de juguetes. Luego, con toda la calma, caminábamos a la calle donde dejamos estacionado el coche. Algunas veces, según las presiones del horario, lo dejábamos del otro lado de la avenida, hasta el extinto Gigante.
No había crepas, ni chapatas, ni VIP. Ni estacionamientos manchados en plazas con varias salas y opciones para ver. Las palomitas tenían un sabor particular (no mejor ni peor) y la cartelera se revisaba en los periódicos y en un programa de televisión.

7 comentarios:

chemapunk dijo...

la permanencia voluntaria era la onda!!! ahora los del "cineapolis" casi casi te sacan a empujones apenas van saliendo los creditos...

Anónimo dijo...

Yo también lo viví, me identifico con la Edad de Piedra Jerry jaja.

Nayid dijo...

Suena bonito Gérard, lastima que no me toco.
Besos.

Anónimo dijo...

Seee, lo recuerdo bien, yo frecuentaba, el Real Cinema (frente al metro Hidalgo) y el Palacio Chino, cerca del anterior, también el Cosmos y el Opera, que eran gigantescos, y de niño me encantaba ir al Lindavista, que tenía la forma del castillo de Disey (hoy convertido en tempo de San Juan Diego, que dicho sea de paso, ya ni se acuerdan de el).
Tambien recuerdo el Autocinema, donde ahora se posa Plaza Torres Lindavista... era la onda el autocinema, je je, aunque me toco de niño, hubiera preferido que existiera cuando era yo mas grandecito... hubiera sido exelente para una cita ;) aunque de seguro en una cita casi nadie veía la película, ja ja ja

dianarl dijo...

aqui en mi rancho todavia existe uno!! se llama cine gemelos cavisa, las butacas esta de la ... y calan mucho pero si puedes entrar a ver las dos movies a veces tres que hay en una sola sala el tiempo que quieras nadie te corre y todas esas cosas, no dudo que en unos años no muy lejanos cierren ese cine por que dicen las malas lenguas en mi rancho que viene un cinepolis y sus salas vip habra que ver, mi amado Pachón quiere recordar esas epocas? lo invito al cine gemelos :D

Xairo K. dijo...

Those were the days... aún existen cines en donde la permanencia voluntaria no ha muerto; lástima que no pueda sentarme por que mis rodillas no caben en las butacas de gente promedio, sentarse en el pasillo va contra el reglamento de incendios y la verdad... ver películas dobladas no es lo mío. Sin embargo, con gusto iría a un autocinema, sea chafa, provinciano o lo que sea. el hecho de permanecer en mi coche viendo una peli siempre me pareció trivialmente antojable.

Saludos, Master Jerry.

SuNoPX1 dijo...

Mein Gott.... los intermedios, que tiempos aquellos. Me toco de muy chavo pero o recuerdo. Te falto el refill de las palomitas grandes, eran la onda pero creo que eso ya no se hace.

Dios... no me siento viejo pero si nostalgico jaja.