21 ago 2008

Es bueno estar de regreso!

Sólo es un poco raro.
El 9 de julio, camino al momento más importante de mi hermano (lo digo de corazón) ‘El Pato’, una camioneta se me cerró en Av. Palmas y Montañas Calizas, me empujó hacia la banqueta y derrapé sobre el pavimento mojado hasta estrellarme con un poste. No llevaba puesto el cinturón de seguridad y como pueden imaginarse, me di un buen madrazo.


Después de que llegó el ajustador del seguro, tengo lapsos medio perdidos. Todo pasó muy rápido. Lo que sí recuerdo bien fueron las primeras radiografías que, por algo que no recuerdo, no quería que me tomaran. Luego hay otro pedazo no muy claro y de nuevo un recuerdo claro de una doctora en urgencias en el IMSS de Legaria diciendo: “ahorita que te ponga la inyección vas a ver, te vas a sentir como nuevo. Nomás no te me quites el colarín”. Y así fue.

Al otro día, me levanté y fui a la oficina a solicitar el formato shalalá 7 para solicitar que consideraran mi accidente como ‘de trabajo’ (porque sucedió a la hora de la comida). Hablé con mis jefes para avisar. Fui a mi lugar y el cejas, perdón, el lic. Cejas se rió mucho de mi. Medio apachurrado, me regresé a mi casa para poner en orden los papeles que al día siguiente tendría que llevar a la clínica del IMSS. El problema es que me sentía cansado: todo me pesaba y me costaba trabajo mantenerme de pie. Sentía que tenía que recargarme en algo para sentirme seguro. Tomé el sillón del escritorio lo recliné y sentado, con todo y el collarín, me quedé dormido. A las 4 de la mañana me despertó un tirón en el cuello, traté de levantarme, pero no pude. Tuve que pedir ayuda porque así nomás no tenía fuerza. La verdad, me dio mucho miedo. No sólo por la situación, sino porque en mi mente sonaba Ximena Sariñana gritando: ¡no se puso el cinturón! ¡no se puso el cinturón!... bueno, no recuerdo si fue eso o sólo una canción de su disco. El chiste es que me dio miedo no tener fuerza para ponerme de pie. Una vez que me ayudaron a incorporarme entendí la gravedad de la lesión: aquello que el doctor calificó un día anterior como dorsalgia era un dolor intenso que comenzaba justo arriba de las nalgas y terminaba casi a la altura de los bíceps, pero justo al centro de la espalda. La cervicalgia, una molestia intensa que me impedía mover el cuello. Así, tal cual. Y un esguince cervical que, al parecer, se complicó por culpa de una lesión ósea congénita que, de no haberme accidentado, jamás me habría enterado que tengo.
Pasé la primera semana de recuperación tratando de encontrar la mejor posición para dormir, sentarme y permanecer de pie. En total dormí sólo 25 horas. El resto del tiempo se dividió en ver la pecera y lo disparejas que son las líneas del plafón. Así pasaron 2 semanas más. Obviamente cada vez me sentía mejor. Sólo tuve una ligera recaída: como no movía el cuello, no vi un desnivel en la calle y me tropecé. El dolor que me provocó el movimiento brusco me duró dos días. Ahora lo pienso y digo: "chale, dos días... dos días con dolor".
Sobre todo lo desagradable que pasé en el IMSS seguramente me quejaré en Toquedequeda.net.

Aquí sólo quería decir que me siento raro por el simple hecho de que dejé de hacer, por mucho tiempo, algo que disfruto tanto. Pero vaya que es bueno estar de regreso. Me gusta estar de regreso. No puedo decir que vi mi vida pasar o que entendí cosas que jamás había comprendido. Lo que me quedó claro es que, a pesar de mí, hay mucha gente que me quiere y se preocupa por lo que me pudiera pasar (o sólo necesitaba con desesperación que volviera al trabajo = P ). Esa fue la lección.
Gracias a todos, ya la entendí
.